¿Es pecado masturbarse? La curiosa historia de una antigua prohibición religiosa

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La versión inglesa The Message Bible nos recuerda claramente que “toda la Escritura es inspirada por Dios y provechosa de una manera u otra” (2 Timoteo 3:16). O en palabras de la RV60, es “útil”.

Por lo tanto, tengo curiosidad: ¿qué podemos aprender de la historia de Onán en Génesis 38:8-10?

La mayoría de los predicadores no tocarían esa historia ni con un palo de tres metros. Es una de las muchas historias bíblicas que son difíciles de comprender y por eso, no llega a los pulpitos.

¿Es “útil” como diría Pablo?

Autor desconocido

En algún momento entre 1708 y 1716 (nadie sabe a ciencia cierta), alguien se benefició de una manera que Pablo no pretendía, publicando un pequeño folleto con un título bastante largo y extravagante: “El Abominable Pecado de la Auto-Contaminación y todas sus Espantosas Consecuencias, en ambos SEXOS Consideradas, con Consejos Espirituales y Físicos para aquellos que ya se han dañado a sí mismos por esta abominable práctica. Y la Advertencia Adecuada a la Juventud de ambos Sexos de la Nación…”.

El tratado afirmaba que el pecado de Onán fue la masturbación, un acto atroz que, según el autor, destruía la salud física y espiritual.

Los historiadores especulan con la posibilidad de que John Marten, autor del infame libro Gonosologium Novum, fuera el autor del folleto, ya que tenían el mismo estilo y editor. En 1708, el Dr. Marten fue procesado por obscenidad, acusado de publicar libros eróticos bajo la apariencia de consejos médicos, razón por la que probablemente no puso su nombre en el tratado en cuestión.

Marten y todos los que vendían el tratado, que a menudo iba acompañado de pociones y píldoras contra la masturbación, se beneficiaron enormemente de esta empresa. Así que, aunque no se ha identificado definitivamente al autor, los efectos posteriores de su tratado han sido de gran alcance.

El alcance de Onania

Onania, como llegó a conocerse el tratado, se vendió como pan caliente. A finales de siglo, toda la Europa y Norteamérica industrializadas consideraban la masturbación un pecado con consecuencias espirituales y físicas. Intelectuales como C.G Salzmann, Samuel Tissot, Johann Zimmermann, Immanuel Kant y Sigmund Freud, entre otros, escribieron sobre sus peligros. Los profesionales de la medicina atribuyeron varias enfermedades, entre ellas el síndrome de Down y la epilepsia, a la masturbación.

En el mercado parecía haber una demanda insaciable de dispositivos para prevenirla. En esta época se patentaron en Estados Unidos dispositivos como detectores de erección, fundas para el pene, manoplas para dormir, cunas para mantener las sábanas alejadas de los genitales y soportes para evitar que las chicas abrieran las piernas.

Opiniones anteriores a Onania

Antes de Onania, ¿alguien creía que la masturbación era un acto de autodestrucción y en última instancia, de rebelión activa contra Dios?

Thomas Laqueur, en su libro Solitary Sex, señala que los médicos del mundo antiguo, personas tan conocidas por sus opiniones médicas como Hipócrates y Galeno, guardan silencio sobre sus peligros. Parecen mucho más preocupados por los riesgos de practicar demasiado sexo con otro ser humano.

El mundo grecorromano consideraba la masturbación como una práctica impropia de un verdadero caballero, porque la gente con recursos tenía a su disposición esclavos, amantes, prostitutas, etc. La masturbación indicaba una posición social baja. Durante este mismo periodo, la masturbación femenina era esperada y representada cómicamente, ya que se pensaba que las mujeres eran hombres defectuosos y sexualmente insaciables.

El hebreo bíblico no tiene ninguna palabra designada para masturbación. Algunos incluso han puesto en duda que el concepto existiera; argumentan que es imposible tener una idea sin el vocabulario correspondiente. Los rabinos palestinos, en particular, no consideraban que un acto fuera sexual si no se había producido penetración; la masturbación no reunía los requisitos.

De hecho, todos los rabinos parecen preocupados principalmente por el uso apropiado del semen. Los rabinos consideraban pecado derramar semen en el suelo. Rabí Ammi comparó al que derrama semen en el suelo con un adorador de ídolos. Rabí Eliezer advertía a los hombres de que no debían sujetarse las partes íntimas mientras orinaban para no acabar eyaculando. De hecho, hay un extenso debate talmúdico en Nidda 13a-b sobre la cuestión de Onán y el esperma, que incluye lo que se debe y no se debe hacer al tocarse los genitales y el razonamiento religioso/escritural que subyace a tales normas.

Todo esto viene a decir que, en la tradición judía, la principal preocupación no tenía nada que ver con la masturbación, sino con el tratamiento adecuado del propio semen.

En cuanto al cristianismo antes de la publicación de Onania y el revuelo que le siguió, aparece poco sobre la masturbación. En el comentario de Juan Calvino sobre el Génesis, por ejemplo, acusa a Onán de “aborto previo a la acción”. Calvino razonaba que, al impedir el nacimiento de un niño, Onán participaba activamente en la práctica pecaminosa del aborto, lo cual es un poco exagerado, en mi opinión.

Religiosos conservadores

Hacia finales del siglo XIX, algunos médicos empezaron a considerar que la masturbación era una superstición sin respaldo científico.

Pero los religiosos conservadores se negaron a abandonar el moralismo. Las instituciones religiosas, incluida la Iglesia Adventista del Séptimo Día, insistieron cada vez más en los presuntos peligros de la masturbación. Algunos, como el conocido Dr. John Harvey Kellogg, contemporáneo de Ellen White, predicaba el celibato como el ideal espiritual, y describía la masturbación como “un crimen doblemente abominable que el atroz pecado de la prostitución ilegal entre los sexos”.

Como muchos de sus contemporáneos, Kellogg creía que la alimentación era una cura para varias dolencias, incluida la masturbación y otros deseos sexuales “antinaturales”. Algunos han sugerido que el verdadero propósito de los Cornflakes y otros alimentos saludables era curar la masturbación.

No necesito mencionar los numerosos artículos de la pluma de Ellen White que estaban basados en la premisa de Onania.

Me desconcierta por qué nadie, a lo largo de los siglos, se ha preocupado de revisar la historia de Onán en Génesis 38 y hacer la pregunta obvia: ¿estaba Onán realmente masturbándose? El texto de Génesis 38:8-9 no contiene expresiones sexuales en hebreo que se pierdan, como suele ocurrir en nuestras traducciones al español. El texto deja claro que Onán mantenía regularmente relaciones sexuales con Tamar, pero se abstenía constantemente antes de eyacular para evitar dejar embarazada a Tamar, por lo que la premisa del llamado “onanismo” resultaba falsa.

La lujuria en el corazón

Ninguno de los autores y escritores bíblicos menciona explícitamente la masturbación. Los exégetas modernos han hecho su propio midrash sobre Mateo 5:27-28, argumentando que la masturbación está necesariamente precedida por la lujuria de la visualización mental o la pornografía.

Sin querer minimizar el problema de los pensamientos impuros, me gustaría señalar que Mateo 5:27-28 plantea algunas cuestiones interesantes. Si el pasaje sostiene que la masturbación es un pecado ante Dios, ¿por qué los cristianos no están haciendo fila para que les saquen los ojos, las manos y los órganos sexuales, como recomiendan los versículos 29-30?

Me parece claro que el texto está hablando de la corrupción completa y minuciosa del alma provocada por el adulterio, que es algo que no se consigue por uno mismo. Yo sugeriría que Mateo 5:27-28 no es principalmente un texto contra la masturbación o incluso contra la lujuria; es un texto contra el adulterio. La versión inglesa The Message Bible capta maravillosamente el espíritu del texto cuando dice:

También conoces muy bien el siguiente mandamiento: ‘No te acuestes con el cónyuge de otro’. Pero no creas que preservas tu pureza por el hecho de no acostarte con nadie. Tu corazón puede contaminarse por la lujuria incluso más rápido que tu cuerpo.

No hay respuestas fáciles

En este caso no hay respuestas fáciles, pero me parece que la idea de la masturbación considerada como espantosa profanación religiosa y física es una exageración del siglo XVIII que no tiene ni un fundamento religioso ni científico sólido. Por desgracia, esta visión sigue arraigada en nuestra mentalidad religiosa colectiva.

Quizá el problema de fondo es que no hablamos de la sexualidad humana tan abiertamente como deberíamos. Proverbios 13:2, según la traducción de Eugene Peterson en la versión inglesa The Message Bible, dice: “Los buenos adquieren el gusto por la conversación constructiva; los bravucones se abren paso a empujones por la vida”.

Así que no seamos bravucones; tengamos una conversación provechosa. ¿Es pecado la masturbación?

Bibliografía

  • Alex Comfort, The Anxiety Makers: Some Curious Preoccupations of the Medical Profession. London: Nelson, 1967.
  • Laqueur, Thomas Walter. Solitary Sex: A Cultural History of Masturbation. New York: Zone Books, 2003.
  • Foucault, Michel, Robert Hurley, and Frédéric Gros. The History of Sexuality. Edited by Frédéric Gros. Translated by Robert Hurley. First American edition. New York: Pantheon Books, 1978.

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